jueves, 28 de enero de 2010

Alfonso García Camacho falleció decepcionado de su paisano Mario Marín

Don Alfonso García Camacho, reportero de El Sol de Puebla, periodista independiente editor de “Los Chicos de la Prensa”, pereció recientemente en su domicilio en la discreción y modestia que lo distinguió. Compartimos la mesa del café en innumerables ocasiones, los temas de las charlas eran, claro, los acontecimientos del día, su significado, lo absurdo, descabellado, aberrante e inmoral del quehacer público.
En los últimos meses, obvio, el asunto que nos ocupaba era el comportamiento del gobernador Mario Marín, a quien desde el principio del escándalo lo consideró totalmente inocente de las acusaciones que levantó en su contra la periodista Lidia Cacho. Las grabaciones estaban truqueadas, ya lo comprobó un perito norteamericano, en todo caso, no son legalmente elementos de prueba, sostenía don Alfonso, convencido de que el affaire era una de tantas trampas de los grupos políticos enemigos de Marín para taparle su camino rumbo a la presidencia de la República. Era un marinista de hueso tricolor. Conforme se presentaron los acontecimientos su percepción empezó a modificarse. Cuando le suspendieron la publicidad que le pagaba el gobierno del Estado por su publicación, una suma no superior a un mes de salario mínimo, le sorprendió la respuesta de Javier Sánchez Galicia y sus colaboradores. Nunca le dieron una razón que lo convenciera, simplemente, ya no.Después ya ni el fallo de la Suprema Corte de Justicia lo convenció de la inocencia de su paisano Mario Marín, porque él también, como el “gober precioso”, nació y vivió hasta su adolescencia en Nativitas Cuauhtempan, a unos pasos de la casa de la familia Marín Torres, y el mandatario lo conocía desde que laboraba en El Sol de Puebla. A últimas fechas a don Alfonso se le veía más serio que de costumbre, digamos que un tanto desolado. Me enteré semanas después del deceso, lamento su partida porque lo estimaba y recuerdo con afecto, fue un hombre honesto, bueno, sencillo, cabal y, no obstante su madurez nunca dejó de ser jovial, de allí el atinado nombre de su publicación: “Los Chicos de la Prensa”. Vale despedirnos de él, haciendo propias las palabras del vate veracruzano: “el mérito es el náufrago del alma, vivo se hunde, pero muerto flota”. Don Alfonso García Camacho, suyo es ahora el tiempo infinito sin barreras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario