lunes, 15 de febrero de 2010

Editorial

Más grotesca no pudo ser la imposición del chiapaneco Javier López Zavala como único precandidato del PRI a la gubernatura de Puebla. Asumirá la candidatura con posibilidades reales de ganar la elección al abanderado del PAN; Rafael Moreno Valle, quien aún cuando tiene gran respaldo de la líder del SNTE, Elba Esther Gordillo Morales, tendrá que armar una estructura electoral lo suficiente amplia para superar a su contrincante, y demostrar que está mejor preparado.De cualquier modo, la contienda se percibe muy cerrada y competida, cualquiera de los dos puede ganar por un pequeño margen, más aún en este momento en que la izquierda se ha desdibujado y no ha sido capaz de construir una alternativa social y popular que pueda ganarle al binomio neoliberal PRI PAN.Las pretensiones de algunos conspicuos del oportunismo como Manuel Camacho Solís, de aliarse al PAN para vencer al PRI, constituyen un rudo golpe al movimiento que encabeza Andrés Manuel López Obrador, quien ha sido muy claro al afirmar que la izquierda no debe aliarse con los responsables de la tragedia nacional, lo que Camacho, coordinador del diálogo entre los partidos que se dicen de izquierda, ha soslayado de manera irresponsable.A lo anterior hay que añadir la postura retrógrada y agresiva de la Iglesia Católica respecto a los derechos de las mujeres, insistiendo el clero y sus fanáticos seguidores en penalizar el aborto; de los homosexuales, queriéndoles prohibir su derecho a contraer matrimonio; y de los niños, condenando los contenidos de los libros de texto de biología, donde se muestran los aparatos reproductores de los seres humanos y se recomienda el uso del preservativo, así como los de historia, donde se ilustra el papel que ha jugado la Iglesia católica en la conformación de la nación mexicana. La intervención del clero católico en los asuntos públicos es cada vez más ostensible y con sus declaraciones lo único que provocan es que la población se polarice aún más y se exacerben las diferencias entre quienes defendemos el Estado laico, y quienes quieren imponer los demenciales dogmas eclesiásticos. Vivimos tiempos difíciles en lo económico, muy riesgosos en materia de seguridad pública, y más complicados en lo político. Ningún partido político, ni tampoco el IFE, ni ninguna institución pública como tal, a estas alturas, resulta confiable. Todo el aparato del Estado está secuestrado por una tecno burocracia derechista, insensible, apátrida y corrupta.Afortunadamente la sociedad civil no se encuentra paralizada. El miedo que inducen los medios electrónicos para inhibir la actividad política y la protesta social, no ha logrado impedir que los maestros, los electricistas, y diversas organizaciones obreras y campesinas, se estén cohesionando para exigir la renuncia de Felipe Calderón, y revertir las decisiones que han atentado contra los derechos laborales y de la sociedad en su conjunto.La posibilidad de que ocurra un estallido social de consecuencias imprevisibles sigue latente, ante la indiferencia y la soberbia de la clase política en el poder. En tales condiciones, quienes hacemos esta publicación seguimos esperando la acción de la justicia para esclarecer el homicidio de Pablo Gnuyen Chilián Espinosa. No tenemos más opción que la de esperar que las autoridades competentes realicen su trabajo y nos den buenas noticias en el corto plazo. No hemos perdido la confianza en el trabajo de algunos servidores públicos, son aquellas excepciones que confirman la regla.

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